El desertor

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Año 2014. El mundo conmemora cien años del inicio de la Primera Guerra Mundial o la Gran Guerra. Europa experimentaba un acelerado auge económico gracias a la revolución industrial y al colonialismo. Gran Bretaña, Francia, Italia y los imperios Ruso, Alemán y Austro-Húngaro orientaban políticas armamentísticas con aparentes fines de paz. Territorios al norte de África y en los Balcanes generaban resquemores entre las grandes potencias por establecer sus respectivos dominios. Esta tensión llegaba a su fin con el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona Austro-Húngara el 28 de junio de 1914 en la ciudad de Sarajevo. Las rivalidades afloraron originando la formación de dos bloques que se declararon la guerra entre el 28 de junio y el 4 de agosto. Una guerra que tardó 4 años, involucró a 32 países, dejó cuantiosas pérdidas materiales y un aproximado de diez millones de muertos. En medio de este dantesco escenario se desarrolla El desertor, novela escrita por el narrador y dramaturgo Lajos Zilahy (Nagyszalonta, Hungría, 1891 – Novi Sad, Serbia, 1974)
István Komlóssy es el protagonista de la historia, la cual inicia con una escena determinante en su vida: la aparición de la condesa Bea Palmeri-Ahnberg. Él, siendo apenas un joven de 12 años, hijo del reverendo del pueblo, va con su amigo Janos Zsibai en un paseo por las afueras y en un acto arriesgado se internan en los predios de un castillo donde luego son descubiertos. Allí tiene la oportunidad de conocer a una niña de 8 años que de ahí en adelante se convertirá en la idealización del amor y en la mujer inalcanzable.
Con 18 años se dirige a la capital Budapest con el propósito de estudiar leyes y en compañía de su inseparable Zsibai forman parte de grupos de protestas, los cuales reclaman con un alto sentido patriota la separación de Hungría del todopoderoso imperio austríaco. Allí obtiene István su primer reconocimiento al elevar la consigna “seremos los primeros en las barricadas” y en un intento arriesgado de salvaguardar la bandera húngara tras el acoso de las autoridades logra esconderse en casa de la familia Gubai, lugar donde conoce a Erzsébet, quien será a la postre su futura esposa y con quién concebirá su único hijo Gerzson.
En medio de la rutina y la monotonía que implicaba la obligación familiar se enrola en el ejército al iniciarse la Gran Guerra. En 1915, con el grado de teniente, es herido en la batalla de Galitzia, en el frente cosaco y luego llevado nuevamente al frente ruso al mando del comandante Küberger. Éste lo obliga, prácticamente, a ir de frente contra los rusos sin importar el número de bajas. Komlóssy se enfrenta a Küberger y le golpea fuertemente el rostro. Esto es motivo para ser degradado a soldado a costa de salvarle la vida.
En territorio italiano y a las órdenes de su amigo Zsibai se prepararan para otra cruenta batalla en la llanura de Piave. Tras varios días cargados de tensión y expectativa la tropa austríaca es aniquilada por el ejército aliado el 23 de junio de 1918, lugar donde Zsibai es asesinado y Komlóssy decide huir luego de caer por un barranco. Su deserción es justificada por la deshumanización de los comandantes austríacos de llevar a los soldados húngaros al frente de batalla. El nacionalismo exacerbado de querer ver a su Hungría libre del yugo de la casa de los Habsburgos, dominio asfixiante de más de 200 años luego de desprenderse del imperio Otomano. István se dirige a Budapest con el fin de formar parte de grupos rebeldes proindependentistas pero es capturado y acusado de desertor.
Por avatares del destino su reporte es dejado en el olvido por un oficial ya que de ser juzgado lo esperaba el paredón de fusilamiento por sumarle el caso de Küberger. Justo cuando su expediente es revisado se anuncia el fin de la guerra y un motín logra liberar a los presos. Recupera su grado militar y su ascenso a capitán al igual que su hermano Sándor. En 1920, István forma parte de la comitiva húngara del tratado de Trianon, en el que Hungría es desmembrada y parte de sus territorios dará origen a nuevas naciones. Su amistad con Grünfeld, antiguo compañero de estudios y ahora líder comunista lo involucra con el nuevo gobierno prosoviético. Es aquí donde su destino se cruza con Bea.
El conde de Kallisztrátusz, esposo de Bea, es capturado por el ejército rojo. Ésta recurre a István para que interceda en su liberación. Una vez fuera de peligro, el conde se dirige a Viena y Bea, aun en Budapest, solicita el apoyo de Komlóssy para que la proteja mientras ella logra salvaguardar el patrimonio. Una vez en la intimidad, István le confiesa el sentimiento que ha albergado por ella desde su infancia. En medio del susto por un toque de queda, se convierten en amantes. El sueño de István se cumple a medias ya que Bea vuelve con su esposo y éste, decepcionado del recuerdo de Erzsébet, de Bea, del gobierno comunista y de la muerte de varios de sus amigos entre ellos Zsibai, retorna a su pueblo, lugar en que se desencadena el final de la historia.
Además de El desertor, destacan otras novelas de Zilahy tales como Las cárceles del alma, Los dos prisioneros, El ángel enfurecido y Los Dukay. Su biógrafo Fernando Gutiérrez lo describe como un escritor apasionado por la política y que siente por la historia de su país una cierta y comprensible debilidad. Zilahy recurre a la exaltación del más hondo sentimiento patriota. En cuanto a El desertor, ubica a sus personajes en algunos de los hechos más significativos de la Gran Guerra. Es recurrente la contradicción, la angustia, la decepción, el flagelo de la opresión histórica en la raza magyar manifestado en István Komlóssy. En los preparativos de la batalla de Piave, el futuro desertor escribe en su diario: “La guerra terminará sin ninguna conmoción, los hombres están fatigados y desean descansar. La multitud es tonta e insensible. Si soportó muda por cuatro años que, con torturas diversas, cortarán grandes trozos de su cuerpo; si los verdugos ya se han aburrido de su trabajo, se tendera cansada con sus terribles heridas, como la enorme bestia que cayó en la selva de la Historia. Sólo va a lamer sus heridas y no tendrá fuerzas para pensar en venganzas. No, no va a suceder nada. Todo estará tan cansado y sofocante como esta tarde de junio” (Capítulo XI, pág 129)
Bibliografía
Historia y vida. Nº 436. España.
Zilahy, Lajos.1945. El desertor. Empresa editora Zig – Zag, S.A. Traducción de Judith Balazs. Santiago de Chile.
Nesfrán González Suárez
Turmero, agosto de 2014

El Desertor por Nesfran González

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Año 2014. El mundo conmemora cien años del inicio de la Primera Guerra Mundial o la Gran Guerra. Europa experimentaba un acelerado auge económico gracias a la revolución industrial y al colonialismo. Gran Bretaña, Francia, Italia y los imperios Ruso, Alemán y Austro-Húngaro orientaban políticas armamentísticas con aparentes fines de paz. Territorios al norte de África y en los Balcanes generaban resquemores entre las grandes potencias por establecer sus respectivos dominios. Esta tensión llegaba a su fin con el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona Austro-Húngara el 28 de junio de 1914 en la ciudad de Sarajevo. Las rivalidades afloraron originando la formación de dos bloques que se declararon la guerra entre el 28 de junio y el 4 de agosto. Una guerra que tardó 4 años, involucró a 32 países, dejó cuantiosas pérdidas materiales y un aproximado de diez millones de muertos. En medio de este dantesco escenario se desarrolla El desertor, novela escrita por el narrador y dramaturgo Lajos Zilahy (Nagyszalonta, Hungría, 1891 – Novi Sad, Serbia, 1974)
István Komlóssy es el protagonista de la historia, la cual inicia con una escena determinante en su vida: la aparición de la condesa Bea Palmeri-Ahnberg. Él, siendo apenas un joven de 12 años, hijo del reverendo del pueblo, va con su amigo Janos Zsibai en un paseo por las afueras y en un acto arriesgado se internan en los predios de un castillo donde luego son descubiertos. Allí tiene la oportunidad de conocer a una niña de 8 años que de ahí en adelante se convertirá en la idealización del amor y en la mujer inalcanzable.
Con 18 años se dirige a la capital Budapest con el propósito de estudiar leyes y en compañía de su inseparable Zsibai forman parte de grupos de protestas, los cuales reclaman con un alto sentido patriota la separación de Hungría del todopoderoso imperio austríaco. Allí obtiene István su primer reconocimiento al elevar la consigna “seremos los primeros en las barricadas” y en un intento arriesgado de salvaguardar la bandera húngara tras el acoso de las autoridades logra esconderse en casa de la familia Gubai, lugar donde conoce a Erzsébet, quien será a la postre su futura esposa y con quién concebirá su único hijo Gerzson.
En medio de la rutina y la monotonía que implicaba la obligación familiar se enrola en el ejército al iniciarse la Gran Guerra. En 1915, con el grado de teniente, es herido en la batalla de Galitzia, en el frente cosaco y luego llevado nuevamente al frente ruso al mando del comandante Küberger. Éste lo obliga, prácticamente, a ir de frente contra los rusos sin importar el número de bajas. Komlóssy se enfrenta a Küberger y le golpea fuertemente el rostro. Esto es motivo para ser degradado a soldado a costa de salvarle la vida.
En territorio italiano y a las órdenes de su amigo Zsibai se prepararan para otra cruenta batalla en la llanura de Piave. Tras varios días cargados de tensión y expectativa la tropa austríaca es aniquilada por el ejército aliado el 23 de junio de 1918, lugar donde Zsibai es asesinado y Komlóssy decide huir luego de caer por un barranco. Su deserción es justificada por la deshumanización de los comandantes austríacos de llevar a los soldados húngaros al frente de batalla. El nacionalismo exacerbado de querer ver a su Hungría libre del yugo de la casa de los Habsburgos, dominio asfixiante de más de 200 años luego de desprenderse del imperio Otomano. István se dirige a Budapest con el fin de formar parte de grupos rebeldes proindependentistas pero es capturado y acusado de desertor.
Por avatares del destino su reporte es dejado en el olvido por un oficial ya que de ser juzgado lo esperaba el paredón de fusilamiento por sumarle el caso de Küberger. Justo cuando su expediente es revisado se anuncia el fin de la guerra y un motín logra liberar a los presos. Recupera su grado militar y su ascenso a capitán al igual que su hermano Sándor. En 1920, István forma parte de la comitiva húngara del tratado de Trianon, en el que Hungría es desmembrada y parte de sus territorios dará origen a nuevas naciones. Su amistad con Grünfeld, antiguo compañero de estudios y ahora líder comunista lo involucra con el nuevo gobierno prosoviético. Es aquí donde su destino se cruza con Bea.
El conde de Kallisztrátusz, esposo de Bea, es capturado por el ejército rojo. Ésta recurre a István para que interceda en su liberación. Una vez fuera de peligro, el conde se dirige a Viena y Bea, aun en Budapest, solicita el apoyo de Komlóssy para que la proteja mientras ella logra salvaguardar el patrimonio. Una vez en la intimidad, István le confiesa el sentimiento que ha albergado por ella desde su infancia. En medio del susto por un toque de queda, se convierten en amantes. El sueño de István se cumple a medias ya que Bea vuelve con su esposo y éste, decepcionado del recuerdo de Erzsébet, de Bea, del gobierno comunista y de la muerte de varios de sus amigos entre ellos Zsibai, retorna a su pueblo, lugar en que se desencadena el final de la historia.
Además de El desertor, destacan otras novelas de Zilahy tales como Las cárceles del alma, Los dos prisioneros, El ángel enfurecido y Los Dukay. Su biógrafo Fernando Gutiérrez lo describe como un escritor apasionado por la política y que siente por la historia de su país una cierta y comprensible debilidad. Zilahy recurre a la exaltación del más hondo sentimiento patriota. En cuanto a El desertor, ubica a sus personajes en algunos de los hechos más significativos de la Gran Guerra. Es recurrente la contradicción, la angustia, la decepción, el flagelo de la opresión histórica en la raza magyar manifestado en István Komlóssy. En los preparativos de la batalla de Piave, el futuro desertor escribe en su diario: “La guerra terminará sin ninguna conmoción, los hombres están fatigados y desean descansar. La multitud es tonta e insensible. Si soportó muda por cuatro años que, con torturas diversas, cortarán grandes trozos de su cuerpo; si los verdugos ya se han aburrido de su trabajo, se tendera cansada con sus terribles heridas, como la enorme bestia que cayó en la selva de la Historia. Sólo va a lamer sus heridas y no tendrá fuerzas para pensar en venganzas. No, no va a suceder nada. Todo estará tan cansado y sofocante como esta tarde de junio” (Capítulo XI, pág 129)
Bibliografía
Historia y vida. Nº 436. España.
Zilahy, Lajos.1945. El desertor. Empresa editora Zig – Zag, S.A. Traducción de Judith Balazs. Santiago de Chile.
Nesfrán González Suárez
Turmero, agosto de 2014

 

Fuego en las manos

Portada oficial de la novela de Alan D.D.

¡Hola gente! ¿Qué tal están?

Como ya saben, o por si lo olvidaron lo repito, estoy ayudando a promocionar la primera novela que Alan D.D. subirá a Amazon junto con otros bloggers. La semana pasada les mostré un adelanto de la portada, que es este:
Portada Borrosa

Hoy les vengo a revelar la *Redoble de tambores* ¡Portada oficial!

Fuego en las Manos Portada

Fue diseñada por Andrés Antinoro, primo de nuestro escritor amado. ¿Qué les parece la portada? ¿Opiniones? ¿Dudas? ¿Fangirling? ¡Todo se vale! Excepto comentarios despectivos, dañinos, cancerosos, portadores del VIH y envenenados. De resto, ¡bienvenidas sean sus palabras!

¡¡Nos vemos la semana que viene con otro adelanto!!

Nota publicada en El Periodiquito

la memoria de lo no vivido

Bautizo de 5 libros de Negro Sobre Blanco

Hoy presentamos 5 libros de distintos géneros en la Librería Kalathos, un evento muy bueno, la pasamos chevere, amenos, relajados.

Los libros presentados fueron:

 

Final sin retorno de Chara Latuff

Vidrio de Minerva Reyes Rojas

El encanto de los derrotados de Héctor González

Escarlata 78 de Héctor «Max» García

Independencia, conquista del SigloXXI de Philips García

Mitelva y otros cuentos polimorfos de Minerva Reyes

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Más fotos en https://www.facebook.com/richard.sabogal1/media_set?set=a.10152626297027718.1073741918.786817717&type=1

NSB Presenta las portadas de los libros ganadores del III Concurso Por Una Venezuela Literaria

La IV Convocatoria está abierta y recibiendo textos hasta el 31 de julio del presente año 

En la Tercera convocatoria del Concurso Por Una Venezuela Literaria resultaron merecedoras de premio trece obras literarias en distintos géneros y con autores de distintas localidades del país, como premio la editorial Negro Sobre Blanco publicará las obras y en la presente nota adjuntamos las portadas de las mismas y ampliamos un poco de información de cada una de ellas.

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Con dos y tres jurados en cada uno de los géneros literarios convocados en el concurso las obras a publicar son:

En el género Poesía los ganadores fueron:

Primer Lugar: el poemario Los Próceres escrito con el seudónimo Antonio José Rosas, al abrir la plica el autor responde al nombre de Alberto Quero.

Segundo Lugar: El poemario Iluminado en la oscuridad  escrito con el seudónimo Sebastián Luciole, al abrir la plica el autor es Ricardo Jesús Mejías Hernández.

Tercer Lugar: Con la obra Despertares y bajo el seudónimo Sofía Crisálida, la autora Aymara Infante, obtiene el tercer lugar.

Mención Honorifica

–          En los pasos del destino escrito bajo el seudónimo Ninfa, al abrir la plica la ganadora es la poeta Ismari Marcano.

–          Desasosiegos Matemáticos, escrito bajo el seudónimo Uma Naima Jarawi al abrir la plica la ganadora es Claudia Patricia Mosquera.

En el género Narrativa los ganadores fueron:

Primer Lugar: Con la obra Cuentos Truchos, escrito bajo el seudónimo Ligia Elena Blades, al abrir la plica la ganadora es María Julieta Cordero Noguera.

Segundo Lugar: Con la obra Ternura y otros cuentos brutales y bajo el seudónimo Ccscuenta al abrirla plica el ganador es Carlos Eduardo Russo.

Tercer Lugar: Con la obra Cuentos Histéricos y bajo el seudónimo Mimi de Losotros, al abrir la plica la ganadora es Minerva Carvallo.

Menciones honorificas:

–          Con la obra 49 para las 12 y bajo el seudónimo Lo, al abrir la plica la ganadora es Lorena Gayoso

–          Con la obra Niños Meteoros y otros causantes del fin del mundo, y bajo el seudónimo Doctor, el ganador es Ricardo Díaz Borregales

En el género Dramaturgia los ganadores fueron:

Primer Lugar: Con la obra Acto de magia para la muerte y bajo el seudónimo Tadeo, al abrir la plica la ganadora es Noreida Flores

Segundo Lugar: Con la obra histórica El pleito y bajo el seudónimo Mingo al abrir la plica el ganador es Jesús Benjamín Farías Rojas

Tercer Lugar: Con la obra Quitándonos las máscaras bajo el seudónimo Virgilia, al abrir a plica el ganador es Alida Pérez Salazar

En el género Ensayo el ganador único fue:

Con la obra La mentalidad jacobina desde los tiempos bicentenarios con el seudónimo Santiago en Cariaco al abrir la plica el ganador fue Beltrán Bautista Vallejo Alcalá.

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Los jurados fueron:

Norge Sánchez

Nesfrán González

Manuel Cabesa

Fernanda Arevalo

Rogelio Coto Alfaro

Richard Sabogal

Alfonso Solano

 

Las obras se estarán presentando en el mes de Julio en Caracas.

La IV convocatoria se mantiene abierta hasta el 31 de julio de 2014. Pueden participar autores venezolanos de cualquier edad las bases en el siguiente link: https://negrosobreblancoonline.wordpress.com/14-2/

Los huesos de la luna: un libro que demuestra que las historias de vampiros sí se pueden contar con estilo

Richard Sabogal

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Conocí a Lesbia por los amigos de amigos que uno se topa en las redes sociales, nuestro encuentro fue para hablar de la profesión que compartimos: editores. Conversamos y nos quejamos de lo difícil que se va tornando esta labor en medio de un país dividido que no termina de funcionar por culpa de todos, para luego torcernos al tema  de las letras, de los libros y de lo que nos apasiona, las historias buenas, conversamos sobre los títulos – pocos libros – que actualmente se publican en el país, admiré su ímpetu de luchadora, una mujer que a simple vista pasa desapercibida pero cuando se sostiene una conversación descubres que es única, una mezcla de la sabiduría que deja la experiencia y un hambre de conocimiento que se nota en el brillo de sus ojos. La pasé genial ese día.

Y bueno, en ese rato, de comodín recibí su más reciente libro Los huesos de la luna, y aunque parezca atípico para muchos, lo primero que aprecié del libro – como editor – fue su cuidadísima edición, el trabajo del libro es simplemente espectacular, una portada resistente, un tamaño cómodo, unas solapas que no dejan ningún descuido, que incluso cuando unes la solapa frontal con la de la contraportada se forma la luna, el diagramado es muy limpio, el trabajo optimo, algo que le admiré a Lector Cómplice, editorial que dirige Lesbia.

Ahora bien, este libro lo escribió a cuatro manos con el argentino Sebastián Beringheli, un hombre que se mueve en este mundo vampírico en el que se desarrolla Los huesos de la luna, incluso tiene un blog llamado El espejo gótico, Lesbia me comentó cuando me entregó el libro que la principal lucha fue conseguir que no prevaleciera ningún estilo individual en la escritura, sino que buscaron crear un estilo único, se intercambiaban capítulos, historias, párrafos y ambos fueron trabajando. Fue un esfuerzo grandísimo que dejó esta maravilla.

Cuando la gente ve un libro de vampiros, lo toma como literatura de carretera, libros de gasolinera que se leen para pasar el rato, sin caer en estereotipos, un libro para un público determinado amante de best seller de esta línea, pero Los huesos de la luna para nada es un libro apto para ese público y supongo que un mal lector tacharía de aburrida y mala la obra.

Los huesos de la luna va de una raza vampírica que convive con los humanos, Arabella busca pistas que la ayuden a recuperar la memoria que le han robado, esto en una vieja casona, conoceremos una nueva especie llamada Almatinenses, y debo acotar que esta especie es algo inédito en este tipo de novelas, un modo de ser vampiro muy distinto a los ya conocidos en la historia, es un libro de descubrimientos, que haremos junto a Arabella, el profesor Caffoneli y Glen Forbes, sin duda, el mejor libro de vampiros que he leído.

Otro valor positivo que le doy a Los huesos de la luna es su carga filosófica, reflexiva, porque esa búsqueda de memoria de Arabella es a su vez una especie de ironía al tiempo eterno de los vampiros, a la orfandad temporal que sufren. Además sus giros son inesperados, no se puede prever nada en esta novela, se puede esperar todo, leerla es una experiencia nueva.

Gracias Les, gracias Sebastián, por regalarme esta grata experiencia de lectura.

 

Algunas citas del libro, me encantaron y las comparto:

“…Por su propia concepción el vampiro es un acto de rebeldía, una pulsión que se arroja hacia la vida con tanta intensidad que incluso las trasciende, adoptando el aspecto de la muerte”

“…El castigo más grande para un vampiro es ser convertido en humano. Ver las huellas del tiempo marcándolo día a día, asistir a la descomposición de su cuerpo y la indigencia de sus recuerdo, esperar con angustia o con resignación el abrazo de la muerte”

“ – Es fácil perderse en un juego”

“si no sabes jugar es porque nunca has jugado”

“Algunos mitos se envilecen con el tiempo, se vuelven previsibles, afectados, banales, hasta que finalmente pierden toda conexión con el material imperecedero con el que fueron forjados (…). Todo mito es, en definitiva, una de las formas más puras de la verdad”

Madame Bovary: Erotismo y sensualidad

Nesfrán González

Dedicado a los amigos Lesbia Quintero y Manuel Cabesa

Madame Bovary es considerada por unanimidad de voces la novela más depurada en el ámbito literario. Es un manual de inducción, un curso intensivo del género escrito a mediados del siglo XIX y cuya vigencia no se ve amenazada con el transcurrir de los años. Mario Vargas Llosa hace alusión en su estudio dedicado a Madame Bovary, La orgía perpetua, al punto de inflexión en el que destaca a Flaubert como el primer novelista moderno a través del ensayo Reencuentro con Balzac de Ernst Robert Curtius: “Balzac siente un ardiente interés por la vida y nos contagia su fuego; Flaubert, su náusea”.

Es a raíz de Madame Bovary que el escritor francés Gustave Flaubert (Ruan,1821 – Croisset,  1880) enfrenta en 1857 un proceso judicial por ofensas a la moral y tras ser absuelto la novela se publica y obtiene un gran éxito. Madame Bovary narra la experiencia de Emma Rouault, una joven provinciana que, tras casarse con Charles Bovary, un médico asistencial, se ve envuelta en una serie de altibajos al cometer adulterio en dos oportunidades y perder el patrimonio familiar al asumir el costo de sus excesos mediante cualquier cantidad de empréstitos.

Una vez casados, en el poblado de Tostes, Charles y Emma se trasladan a Yonville-l’Abbaye donde conciben a Berthe, su primera y única hija. Ferviente lectora de novelas, que aprendió a leer a hurtadillas en el convento donde se formó, comienza a experimentar deseos de cambio y rechazo por la realidad que vive al lado de su esposo. En el poblado de Yonville, Flaubert describe con la precisión de un cirujano, los detalles de los habitantes que forman parte del entramado. Emma hace un intento por llevar una vida apacible y rural hasta la aparición del pasante León Dipuis con el que tiene en primera instancia una relación meramente platónica, culminando con la partida de éste a la ciudad de París. A salvo de cualquier tentación hace su entrada Rodolphe Boulanger, un joven y atractivo terrateniente empecinado en convertir a Emma en su amante. Es a partir de la aparición de Rodolphe cuando Flaubert comienza a sortear con algo más que maestría la censura a través de un fino erotismo que involucra gestos, indumentarias y la naturaleza como trasfondo para permitir al lector recrear por sí mismo las acciones que proponen las circunstancias: El paño de su traje se pegaba al terciopelo de la levita; ella dejó caer su blanco cuello, que se henchía con su suspiro; y llorosa y desfalleciente, con un prolongado estremecimiento y ocultándose la cara, se abandonó. // Caían ya las sombras del atardecer; el sol horizontal, al pasar entre las ramas, le deslumbraba los ojos. Acá y acullá, alrededor de ella, entre las hojas o en el suelo, temblaban manchas luminosas, como si un vuelo de colibríes hubiera desparramado su plumas. (Cap IX, II Parte)

Rodolphe fue cambiando en su accionar en la medida en que Emma se inmiscuía en su vida. No consentía que ella tomara las riendas en aquella relación pecaminosa aunque por momentos intentaba mantener una postura que implicaba la entrega al capricho por esa mujer: “Pero… ¡estaba tan guapa! ¡Rodolphe apenas había gozado a ninguna otra tan candorosa! Aquel amor sin libertinaje era para él algo desconocido, distinto de sus fáciles costumbres, complacía a la vez su orgullo y su sensualidad” (Cap X, II Parte)

A medida que avanzaba la relación, Emma fue demostrando su rebeldía ante la hipocresía y las formas de la época: “Por el simple efecto de sus hábitos eróticos, Madame Bovary cambió de maneras. Sus miradas se volvieron más atrevidas, sus charlas más libres; llegó hasta el extremo de pasearse del brazo de Rodolphe con un cigarrillo en la boca” (Cap XII, II Parte) Flaubert plasma algunas pinceladas influenciadas tal vez por el Marqués de Sade a través de Rodolphe: “descubrió en aquel amor otros goces explotables. Juzgó incomodo todo pudor. La trató sin miramiento alguno. La convirtió en algo a la vez flexible y corrompido.” (Cap XII, II Parte)

La relación con Rodolphe termina cuando Emma decide fugarse con él en compañía de Berthe. Un viaje a Italia es pretexto para la huída pero el temor del amante por ver comprometida su libertad lo obliga a dejarla plantada. Madame Bovary enferma durante meses y es Charles quien vela por su recuperación que incluye un viaje a Ruan para disfrutar una ópera y donde se produce el encuentro casual con León Dipuis.

El evento se prolonga por otro día más y Charles decide regresar al burgo dejando a su esposa en compañía de León. La oportunidad es aprovechada por el pasante para cortejar a Emma y es aquí donde se produce la escena más contundente y subliminal de la novela. Tras la confesión de sus sentimientos, deciden encontrarse al día siguiente en la catedral. Una vez allí, Emma intenta evadir la presión de León y en un leve forcejeo es llevada a un fiacre o coche de servicio público. El conductor recibe la orden de recorrer la ciudad mientras el compartimiento de los pasajeros se encontraba: “con las cortinillas bajadas que iba reapareciendo continuamente, más cerrado que una tumba y más bamboleado que una fragata” (Cap I, III Parte) Mientras el lector, posiblemente asuma lo que sucede en aquel reducto, Flaubert realiza un mapa por la calles que atraviesa el fiacre, la impresión de las personas que alcanzan a observar la escena, la angustia y el cansancio del cochero y sus caballos y una armónica y sutil descripción del entorno para rematar de la siguiente manera: “Después, a eso de las seis, el coche se detuvo en una callejuela del barrio Beauvoisine, y se apeó una mujer con el velo bajado, la cual se puso a andar sin volver la cabeza.” (Cap I, III Parte)

Para esta escena Mario Vargas Llosa le dedica las siguientes palabras en La orgía perpetua: “El clímax erótico de la novela es un hiato genial, un escamoteo que consigue, justamente, potenciar al máximo el material ocultado al lector (…) Resulta notable que el más imaginativo episodio erótico de la literatura francesa no contenga una sola alusión al cuerpo femenino ni una palabra de amor, y sea sólo una enumeración de calles y lugares, la descripción de las vueltas y revueltas de un viejo coche de alquiler.” (pág 36) Una alusión contemporánea y familiar la podemos encontrar en la película Titanic de James Cameron cuando los protagonistas se encierran en un carro y lo único que puede apreciar el espectador es una mano deslizándose por el vidrio empañado.

La relación con León se desarrolla en Ruan, lejos de Yonville. Emma planifica sus viajes arguyendo recibir unas clases personalizadas de piano, situación que tranquiliza a Charles por encontrar a su esposa de buen humor y recuperada de la crisis en que se vio envuelta. El derroche y el libertinaje llegan a su punto más alto, la efusividad en cada encuentro furtivo cohabita en un vuelo con el poder que posee el lector en su imaginación: “Cuando se sentaba sobre las rodillas de León, su pierna, entonces demasiado corta, permanecía suspensa sin tocar el suelo; y aquel calzado tan mono, que carecía de borde por detrás, solo quedaba sostenido por los dedos de su pie desnudo” (Cap V, III Parte)

Lo que en principio fue para Dipuis una explosión de lujuria y placer se tornó en agobio con la persuasión y dominio de Emma sobre todos sus actos. Daba la impresión de que el amante era él y no ella. León comenzó a recibir reprimendas de su jefe y no podía dar un paso sin tener que rendirle cuentas a su enamorada el día fijado del encuentro: “Lo que otras veces le había fascinado, ahora le asustaba algo. Por lo demás, se sublevaba contra la absorción, cada día mayor, de su personalidad. Estaba resentido contra Emma por aquella victoria permanente. Hasta se esforzaba en no quererla; luego, al crujido de sus botinas, se sentía cobarde, como los borrachos a la vista de los licores fuertes.” (Cap VI, III Parte)

El derroche de Emma desencadenará el final de la historia, la relación con León se desgasta y se empeña en librarse del embargo que sobre su casa y sus pertenencias recae. Pide ayuda hasta el mismísimo Rodolphe, el cual se niega y ante la inminencia del desastre sobreviene un final marcado por la tragedia arrastrando en el infortunio a su esposo y a su hija.

Flaubert, para elaborar a su Madame Bovary se pudo haber inspirado en la tragedia de Delphine Delamare, con elementos de sus amantes Louise Pradier y Louise Colet pero ante la pregunta obligada tras el reconocimiento de la historia respondía con un tajante: “Madame Bovary soy yo”. Es la novela una exaltación al arte por el arte a través de sucesos cotidianos que traspasan lo meramente común para convertirse en un legado a la posteridad. En su elaboración empleó cuatro años y medio, casi ininterrumpidos, y cada día involucraba diez horas de trabajo inclemente y demoledor. Mario Vargas Llosa, fiel admirador de Gustave Flaubert y su obra se decanta en la siguiente frase: “Hacía años que ninguna novela vampirizaba tan rápidamente mi atención, abolía así el contorno físico y me sumergía tan hondo en su materia.”

 

 

Bibliografía

Flaubert, Gustave. Madame Bovary. 2000. Editorial Planeta. Biblioteca El Nacional. Introducción y traducción de Joan Sales. España.

Vargas Llosa, Mario. 2008. La orgía perpetua. Alfaguara. México.

 

A propósito de Iluminado en la sombra

 

Alguna vez escribiré con piedras,
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.

Eugenio Montejo

 

 

Para aquellos que inician su andar en el camino de la palabra hecha poesía se recomienda un poema de Constantine Cavafis titulado El primer peldaño. El mismo hace referencia al lamento que hace el joven poeta Eumenes a Teócrito y la sabia respuesta de éste al considerarlo afortunado por componer un solo idilio en el lapso de dos años y obtener el primero de una larga lista de peldaños en la ciudad de las ideas. Ahora, al tener la oportunidad de leer el segundo poemario de Ricardo Mejías, Iluminado en la sombra (Negro sobre Blanco 2014, 2do Lugar en el 3er concurso Por una Venezuela literaria 2013 mención poesía) puedo asegurar que el poeta ha subido algunos escalones, de dos en dos.

 

Ante la presencia del libro nos encontramos con la portada cual umbral orgánico hacia un mundo desconocido. El autor juega a ser un dios iracundo que permea, a través de su portal mágico, un contingente de elementos dispuestos en un orden apropiado. Cedemos al melodioso ajedrez del que una vez nos habló Eugenio Montejo y nos deslizamos por los abismos de la poesía, regiones de estremecimiento continuo donde impera el sentir sobre el saber. En estos linderos habita Ricardo, haciendo las veces de un Marco Polo de la imagen y la palabra.

 

Su búsqueda responde a un concierto de inquietudes, a una apertura de ciclos que proyecten líneas de esperanza que se bifurcan para luego encontrarse con su punto de partida, una empresa que abarca la existencia efímera del poeta ante la idea perpetua e infinita. Iluminado en la sombra se convierte así en una invitación al exilio, al ensueño que protege al espíritu de los rigores de la realidad: Imagino árboles con hojas de cristal. / El viento haría música / al agitarlos. Al igual que: Mi barco fantasma sigue / un camino de pétalos.

 

La nostalgia, reducto insalvable del poeta, se hace presente con sus aires infantiles de forma sencilla pero con un trasfondo que escarba el limo del río y enturbia el agua: Bajo un árbol revivo / el balanceo de la infancia / imagino una mano que impulsa / y otra que detiene / me siento iluminado / en la sombra. Otro aspecto presente es la vida y la muerte, los versos certeros que emplea Ricardo, o el animal que alberga dentro sí, para referirse a lo escabroso y lo imprevisible: Oigo fracturas / quiebres / los días se me vienen / encima / en bloques opacos. Y añado los siguientes: De esta pared que cae / no me salvan las flores. / Y yo sé / que no puedo evitarlo. Al final el poeta se encuentra a sí mismo mientras concibe un plan para proseguir en la tarea de construir poemas edificados sobre peso de su propia voz: ante los pasos indiferentes / heme aquí / ejerciendo mi oficio / de sepultar palabras.

 

La lectura de Iluminado en la sombra se podría recrear bajo el resguardo de un árbol frondoso y cubierto de flores que se van desprendiendo a medida que transcurre el vuelo comprendido en 40 poemas. Su aparente sencillez podría resultar un tanto engañosa como pretexto para la aprehensión del lector y de esta manera generar un torbellino de hojas caídas, una atmósfera lúdica amparada bajo un cielo de cristal. El libro se encuentra en manos del lector, el ave salió de su jaula entonando acordes sutiles según el árbol que pernocte.

 

Nesfran González Suárez

Turmero, marzo 2014